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Reyes católicos de Inglaterra
Los Reyes Católicos[a][b] fueron la reina Isabel I de Castilla[1] y el rey Fernando II de Aragón, cuyo matrimonio y gobierno conjunto marcó la unificación de facto de España[2] Ambos pertenecían a la Casa de Trastámara y eran primos segundos, pues ambos descendían de Juan I de Castilla; para eliminar el obstáculo que esta consanguinidad hubiera supuesto para su matrimonio según el derecho canónico, recibieron una dispensa papal de Sixto IV. Se casaron el 19 de octubre de 1469 en la ciudad de Valladolid; Isabel tenía dieciocho años y Fernando un año menos. La mayoría de los estudiosos aceptan que la unificación de España se remonta esencialmente al matrimonio de Fernando e Isabel.
España se formó como una unión dinástica de dos coronas y no como un estado unitario, ya que Castilla y Aragón permanecieron como reinos separados hasta los decretos de Nueva Planta de 1707-1716. La corte de Fernando e Isabel estaba en constante movimiento, con el fin de reforzar el apoyo local a la corona por parte de los señores feudales locales. El título de “Reyes Católicos” fue otorgado oficialmente a Fernando e Isabel por el Papa Alejandro VI en 1494,[3] en reconocimiento a su defensa de la fe católica en sus reinos.
La inquisición española
Los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón representan la transición de la Edad Media a la Edad Moderna. Su matrimonio y el gobierno conjunto de España unificaron los hasta entonces separados reinos de Castilla y Aragón. Fueron los primeros reyes de una España unificada.
Fernando era un hombre atractivo, un año más joven que Isabel, que destacaba como atleta y era el heredero del Reino de Aragón. En su discurso, El Príncipe, el filósofo Maquiavelo describió a Fernando como un gobernante renacentista modélico, con una reputación sobresaliente.
Isabel y Fernando restauraron la ley y el orden. Fundaron la Santa Hermandad, una fuerza militar que se encargaba de mantener el orden en los caminos, así como de proteger a los ciudadanos de delitos graves, como el robo.
Los monarcas católicos de España Fernando y
Los Reyes Católicos[a][b] fueron la reina Isabel I de Castilla[1] y el rey Fernando II de Aragón, cuyo matrimonio y gobierno conjunto marcó la unificación de facto de España[2] Ambos pertenecían a la Casa de Trastámara y eran primos segundos, pues ambos descendían de Juan I de Castilla; para eliminar el obstáculo que esta consanguinidad hubiera supuesto para su matrimonio según el derecho canónico, recibieron una dispensa papal de Sixto IV. Se casaron el 19 de octubre de 1469 en la ciudad de Valladolid; Isabel tenía dieciocho años y Fernando un año menos. La mayoría de los estudiosos aceptan que la unificación de España se remonta esencialmente al matrimonio de Fernando e Isabel.
España se formó como una unión dinástica de dos coronas y no como un estado unitario, ya que Castilla y Aragón permanecieron como reinos separados hasta los decretos de Nueva Planta de 1707-1716. La corte de Fernando e Isabel estaba en constante movimiento, con el fin de reforzar el apoyo local a la corona por parte de los señores feudales locales. El título de “Reyes Católicos” fue otorgado oficialmente a Fernando e Isabel por el Papa Alejandro VI en 1494,[3] en reconocimiento a su defensa de la fe católica en sus reinos.
Los monarcas católicos de hoy
Cuando Isabel de Castilla se casó con su primo Fernando de Aragón en Valladolid en 1469, sólo tenían 18 y 19 años respectivamente. Sin embargo, hasta la muerte de Isabel en 1504, estaban destinados a convertirse en los “Reyes Católicos” de España, que dieron pasos enormes tanto en la unificación de España como en la puesta en marcha de muchos de los acontecimientos que la convertirían en un país poderoso.
Para resumir los elementos de su reinado podemos empezar por la toma de Granada en enero de 1492 y la culminación de la Reconquista cristiana. En octubre de ese mismo año, Cristóbal Colón descubrió América, tras haber recibido fondos para el viaje por parte de los monarcas. Se restablece la tristemente célebre Inquisición española con el fin de promover la uniformidad religiosa y cultural -los judíos y los musulmanes fueron expulsados-, pero también sirvió para reforzar la autoridad de los monarcas y del Estado en el país.
La anexión de Navarra en 1512 puso a toda la España moderna bajo el dominio de una sola persona por primera vez desde los primeros tiempos visigodos. Al pacificar los distintos reinos, muchos de los cuales habían estado en disputa durante siglos, contribuyeron a que España se convirtiera en uno de los primeros estados modernos de la Europa del Renacimiento. Por último, al adoptar una política internacional de “alianzas matrimoniales”, que hizo que sus hijos se casaran con las familias reales de Portugal, Borgoña, Inglaterra y los Habsburgo, aumentaron la influencia española en toda Europa.