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Política fiscal expansiva
Hay dos poderosas herramientas que nuestro gobierno y la Reserva Federal utilizan para dirigir nuestra economía en la dirección correcta: la política fiscal y la política monetaria. Cuando se utilizan correctamente, pueden tener resultados similares tanto para estimular nuestra economía como para frenarla cuando se calienta. El debate actual es cuál es más eficaz a largo y a corto plazo.
La política fiscal es cuando nuestro gobierno utiliza sus poderes de gasto e impuestos para tener un impacto en la economía. La combinación e interacción del gasto público y la recaudación de ingresos es un delicado equilibrio que requiere un buen momento y un poco de suerte para conseguirlo. Los efectos directos e indirectos de la política fiscal pueden influir en el gasto personal, el gasto de capital, los tipos de cambio, los niveles de déficit e incluso los tipos de interés, que suelen asociarse a la política monetaria.
La política fiscal suele relacionarse con el keynesianismo, que toma su nombre del economista británico John Maynard Keynes. Su principal obra, “La teoría general del empleo, el interés y el dinero”, influyó en las nuevas teorías sobre el funcionamiento de la economía y todavía se estudia en la actualidad. Desarrolló la mayor parte de sus teorías durante la Gran Depresión, y las teorías keynesianas han sido utilizadas y mal utilizadas a lo largo del tiempo, ya que son populares y a menudo se aplican específicamente para mitigar las crisis económicas.
Efecto multiplicador
La demanda agregada (DA) es la demanda total de bienes y servicios finales en la economía en un momento y nivel de precios determinados. Es la combinación del gasto de los consumidores, las inversiones, el gasto público y las exportaciones netas dentro de un sistema económico determinado (a menudo se escribe como AD = C + I + G + nX). Como resultado, el aumento del capital global dentro de una economía repercute en el gasto y/o la inversión agregados. Esto crea una relación entre la política monetaria y la demanda agregada.
Esto nos lleva a la curva de demanda agregada. Especifica las cantidades de bienes y servicios que se comprarán en todos los niveles de precios posibles. Es la demanda del producto interior bruto de un país. También se denomina demanda efectiva.
La curva de demanda agregada ilustra la relación entre dos factores: la cantidad de producto que se demanda y el nivel de precios agregado. Otra forma de definir la demanda agregada es como la suma del gasto de los consumidores, el gasto público, la inversión y las exportaciones netas. La curva de demanda agregada supone que la oferta monetaria es fija. La alteración de la oferta monetaria influye en el lugar donde se traza la curva de demanda agregada.
Política fiscal frente a política monetaria
La demanda agregada (DA) es la demanda total de bienes y servicios finales en la economía en un momento y nivel de precios determinados. Es la combinación del gasto de los consumidores, las inversiones, el gasto público y las exportaciones netas dentro de un sistema económico determinado (a menudo se escribe como AD = C + I + G + nX). Como resultado, el aumento del capital global dentro de una economía repercute en el gasto y/o la inversión agregados. Esto crea una relación entre la política monetaria y la demanda agregada.
Esto nos lleva a la curva de demanda agregada. Especifica las cantidades de bienes y servicios que se comprarán en todos los niveles de precios posibles. Es la demanda del producto interior bruto de un país. También se denomina demanda efectiva.
La curva de demanda agregada ilustra la relación entre dos factores: la cantidad de producto que se demanda y el nivel de precios agregado. Otra forma de definir la demanda agregada es como la suma del gasto de los consumidores, el gasto público, la inversión y las exportaciones netas. La curva de demanda agregada supone que la oferta monetaria es fija. La alteración de la oferta monetaria influye en el lugar donde se traza la curva de demanda agregada.
Pros y contras del monetarismo
La política monetaria ha vivido bajo muchas apariencias. Pero sea como sea, generalmente se reduce a ajustar la oferta de dinero en la economía para lograr alguna combinación de inflación y estabilización de la producción.
La mayoría de los economistas estarían de acuerdo en que, a largo plazo, la producción -medida normalmente por el producto interior bruto (PIB)- es fija, por lo que cualquier cambio en la oferta monetaria sólo hace variar los precios. Pero a corto plazo, como los precios y los salarios no suelen ajustarse inmediatamente, los cambios en la oferta monetaria pueden afectar a la producción real de bienes y servicios. Por ello, la política monetaria -dirigida generalmente por bancos centrales como la Reserva Federal (Fed) de EE.UU. o el Banco Central Europeo (BCE)- es una herramienta política significativa para alcanzar tanto los objetivos de inflación como de crecimiento.
En una recesión, por ejemplo, los consumidores dejan de gastar tanto como antes; la producción empresarial disminuye, lo que lleva a las empresas a despedir trabajadores y dejar de invertir en nuevas capacidades; y el apetito extranjero por las exportaciones del país también puede disminuir. En resumen, se produce un descenso de la demanda global, o agregada, a la que el gobierno puede responder con una política que se inclina en contra de la dirección que toma la economía. La política monetaria suele ser la herramienta anticíclica elegida.