¿Qué es el sector agroalimentario?

Empresas agroalimentarias

El sector agroalimentario es el más antiguo y el mayor sector exportador autóctono de Irlanda. En 2020, el sector representó más del 6% de la RNB y el 9% de las exportaciones en términos de valor. El sector representa el 38% del total de las exportaciones autóctonas y más del 60% de las exportaciones de productos manufacturados autóctonos. El sector empleaba a 163.600 personas, es decir, el 7,1% del empleo total en 2020; fuera de Dublín y la región de Oriente Medio, el sector proporciona entre el 10% y el 14% del empleo. Unas 137.500 explotaciones agrícolas que producen más de 8.200 millones de euros, más de 770.000 hectáreas de bosques y más de 2.000 buques pesqueros y centros de acuicultura que producen pescado por valor de 700 millones de euros, sustentan el sector. En Irlanda, el sector agroalimentario es una parte integral de la economía y la sociedad, y especialmente para nuestras comunidades rurales y costeras.

El acceso a la financiación es una necesidad empresarial crucial y, además de estar en contacto con los principales bancos en cuestiones relacionadas con el sector agroalimentario, el Departamento de Agricultura, Alimentación y Marina colabora estrechamente con el Departamento de Empresa, Comercio y Empleo y el Departamento de Finanzas. Este enfoque de colaboración ha dado lugar a importantes apoyos para las empresas, más recientemente para garantizar que tengan acceso a la financiación durante la pandemia y también para ayudar a afrontar los retos que ha traído el Brexit. Esta cooperación ofrece las ventajas de la responsabilidad compartida y la coherencia en la elaboración de políticas, así como otras sinergias. Estas ayudas se han prestado con la Corporación Bancaria Estratégica de Irlanda y con el apoyo del Grupo BEI

Cadena de valor de los alimentos

El sector agrícola fue el centro de las conversaciones en la conferencia COP26, celebrada entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre de 2021. Gran parte del debate se centró en la deforestación y en la reducción de las emisiones de metano en al menos un 30% para 2030.

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Además de la PPA, el gusano militar del otoño (FAW) y la langosta son dos riesgos biológicos importantes para el sector agroalimentario. La FAW es una oruga que se alimenta principalmente de maíz, pero también de arroz, sorgo y algodón. Se detectó por primera vez en África Occidental a principios de 2016, pero ya se ha extendido a 44 países de Asia y África, así como a Australia. China es el segundo productor mundial de maíz, por lo que la presencia del FAW podría crear presiones inflacionarias para los precios mundiales del maíz. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) está tratando de establecer un programa de 500 millones de dólares para coordinar la respuesta al brote mundial de FAW.

Por último, en 2021 se produjeron varios fenómenos meteorológicos graves en todo el mundo, como inundaciones e incendios en Europa y sequías en Estados Unidos. Estos acontecimientos podrían tener consecuencias para la producción agrícola en 2022.  Países europeos y norteamericanos sujetos a nuevas directivas medioambientalesLas restricciones impuestas por las políticas medioambientales son relativamente más estrictas en Norteamérica y Europa Occidental. Por ejemplo, en junio, el Parlamento Europeo estableció nuevas directrices para la reforma de la Política Agrícola Común, que entrarán en vigor en 2023. Entre los cambios más importantes, la PAC introducirá nuevos métodos de trabajo: cada Estado miembro tendrá que elaborar un plan estratégico que explique la asignación de los gastos de las subvenciones de la PAC. Los países también tendrán que destinar un mínimo del 25% a planes ecológicos, es decir, a iniciativas respetuosas con el medio ambiente como la agricultura ecológica o la agricultura de precisión, mientras que al menos el 35% de los fondos de desarrollo rural deberán destinarse a proyectos que promuevan prácticas medioambientales, climáticas y de bienestar animal.

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Definición de agroalimentación

La Industria Agroalimentaria incluye tanto los productos obtenidos del sector agrario y pesquero para el consumo final (Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca) como los productos fabricados por la industria alimentaria (Alimentación, bebidas y tabaco).

Es uno de los sectores económicos más importantes de la economía española (y también de otras economías europeas), no sólo por su contribución a la producción y al empleo sino también por su proyección internacional.    España es uno de los primeros exportadores mundiales de productos alimentarios (“séptimo”); además, mientras España ha conseguido salvaguardar su cuota en el mercado internacional, otros países como Alemania, Francia, Holanda e Italia dentro de la UE, y Estados Unidos fuera de la UE, han perdido posiciones en favor de otros grandes productores como Brasil o China.

La calidad, la singularidad de sus productos (frutas, hortalizas, vino, aceite de oliva, carnes) están detrás del buen comportamiento de la cuota de mercado, y la cuota de mercado es un buen indicador de la competitividad de la agroindustria española.

Definición del sector agroalimentario

Un país salpicado de montañas escarpadas y bosques, la superficie habitable de Japón para albergar a sus 126 millones de ciudadanos es comparativamente pequeña, como descubrirán inmediatamente los visitantes del país[1] Las actividades relacionadas con la producción de alimentos tienen que competir por la tierra disponible con otras actividades humanas y adaptarse a una geografía que hace que la agricultura a gran escala sea un reto en la mayor parte del país.

El valor de la producción agrícola de Japón ha disminuido continuamente desde los años 90 y las tasas de autosuficiencia alimentaria han seguido bajando, lo que ha hecho que el país dependa de las importaciones, con la excepción más notable del arroz[2].

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Detrás de la caída de la autosuficiencia alimentaria hay una serie de retos a los que se enfrenta la agricultura japonesa. La producción de sus alimentos básicos, como el arroz, se ha visto apuntalada por generosos programas de subvenciones y una importación muy regulada desde el extranjero. Si bien estas costosas medidas gubernamentales, que representan el 0,9% del PIB de Japón en 2017-2019 (OCDE), han garantizado que Japón pueda satisfacer la demanda en el consumo de arroz en la mayoría de los años, ha llevado a un estancamiento de la productividad y a una escasa innovación, y ha creado un sector formado principalmente por explotaciones agrícolas de pequeña escala poco competitivas, en las que los agricultores de edad avanzada constituyen la mayor parte de la mano de obra y el trabajo agrícola suele ser una actividad a tiempo parcial[6].